La montura debe ser de pasta porque se adapta mejor a la cara del niño. Las monturas metálicas apoyan en la nariz mediante unas plaquetas de silicona que se aflojan fácilmente y se abren; con lo que, al tener los niños la nariz más pequeña y chata, las gafas se les escurren y se les caen (facilitando que miren por encima de las mismas). En los lactantes y niños muy pequeños es preferible que sea de silicona (cuyo único inconveniente es que las lentes se extraen facilmente). Su tamaño también es muy importante y debe adaptarse a la cara de cada niño en el momento de elegirla (no “cuando crezca”) para que resulte confortable (ya que va a usar las gafas todo el día). No debe tocar ni las mejillas ni las pestañas. Si la montura no es adecuada, el niño puede rechazar el uso de la gafa.
El puente (pieza central que une las dos lentes) debe ser bajo o invertido. Cuando éste es alto, al tener los niños la nariz más pequeña y chata, las gafas se les escurren y se les caen (facilitando también que miren por encima de las mismas).
Los huecos de la montura donde van colocadas las lentes deben ser redondos u ovalados y subir hasta las cejas, para evitar que los niños miren por encima de las gafas. Los ojos del niño deben quedar centrados en las lentes para proveer una visión clara; de forma que cuando mire hacia arriba o hacia abajo siga mirando por la lente.
Las lentes recomendadas para las gafas de los niños no deben ser nunca de cristal (porque, aparte de que pesan, se pueden romper, quebrar o astillar ocasionando lesiones oculares) sino de material orgánico o policarbonato, que ofrecen mejor protección y seguridad. Las lentes de material orgánico son de polímeros plásticos, que tienen mayor resistencia a los impactos que el cristal, pero menor que las de policarbonato; aunque actualmente existen tratamientos en su superficie que permiten mayor dureza y resistencia al quiebre. Las lentes de policarbonato son aún más delgadas y livianas que las orgánicas y muy resistentes a los impactos, por lo que son muy recomendadas para los niños por ser más seguras.
En muy pocas ocasiones (endotropias acomodativas con incomitancia lejos-cerca y tras cirugía de catarata) los niños precisan usar lentes bifocales tipo ejecutivo. En estos casos, la línea horizontal del bifocal debe pasar por el centro de la pupila (mucho más alta que en el típico bifocal del adulto) para que el niño, en cuanto descienda un poco la mirada para ver de cerca, se encuentre la adición.
Las patillas no deben ser muy cortas para que no queden muy tensas. Con frecuencia las gafas para niños vienen con patillas blandas y flexibles que se ajustan, curvándolas y enroscándolas alrededor de las orejas, para que la gafa quede en su sitio sin producir rozaduras. También es frecuente utilizar un elástico que sale de las patillas para ajustar la gafa por detrás; pero puede ser incómodo si está muy prieto.
En niños muy pequeños es útil utilizar sistemas para evitar que se pierdan las gafas, como puede ser un cordón que salga de las patillas y se sujete a la ropa del niño por la espalda mediante un imperdible de clip.
Es preferible acudir a ópticas que trabajen frecuentemente con niños, ya que tienen más variedad de modelos para ellos.
Es conveniente siempre que los niños tengan gafa de repuesto, es decir, dos gafas, ya que las rompen o deterioran con bastante frecuencia. Debido a ello, muchas ópticas te ofrecen por el mismo precio (o un poco más) la posibilidad de llevarte la segunda gafa.
Hay que enseñar a los niños a cuidar sus gafas: Cuando se las quiten (para ducharse o dormir) deben colocarlas en su estuche o en una superficie lisa siempre con las lentes hacia arriba para evitar que se rayen. Las lentes deben limpiarse con un paño “especial para lentes” o un paño suave de algodón. Cuando la montura se tuerce o desajusta a la cara del niño hay que llevarla a la óptica para su nuevo ajuste; ya que si lo intentamos hacer nosotros se puede romper.
También hay que motivar a los niños a utilizar las gafas, haciéndoles saber su importancia e implicándolos en la elección del color de la montura adecuada (aunque no coincida con nuestro gusto personal); de esta forma se sentirán mayores y les hará más ilusión llevar gafas. Hoy día la oferta de colores y estampados es muy variada.
La mayoría de los niños que realmente necesitan gafas, las usan felizmente y sin problemas.
LAS GAFAS DE LOS NIÑOS NO DEBEN SER GAFAS DE ADULTO EN TAMAÑO MÁS PEQUEÑITO:
La carita de los niños es diferente a la de los adultos, por lo que la forma de las gafas también debe ser diferente.
Dada la frecuente confusión en la elección de las gafas en los niños y la consiguiente repercusión en su uso correcto, repetimos unos consejos básicos y prácticos para la elección de las mismas.