El poder dióptrico del ojo viene determinado fundamentalmente por: 1. La córnea y el cristalino: Actúan como lentes convergentes, ya que, al atravesarlos, los rayos convergen para enfocar en la retina. 2. La longitud axial: Es la distancia antero-posterior del ojo, que precisará mayor o menor necesidad de convergencia de los rayos según el ojo sea más corto (hipermétrope) o más largo (miope).
El poder dióptrico de la córnea es constante; mientras que el del cristalino puede aumentar (y de forma considerable en el niño) gracias al esfuerzo de acomodación; que nos permite enfocar tanto los objetos lejanos como los cercanos.
Es importante detectar las ametropías y corregirlas precozmente, pues sus efectos son perjudiciales especialmente en los niños, ya que la visión se desarrolla durante los primeros años de vida, y cualquier causa que produzca mala visión de uno o ambos ojos durante la infancia puede producir ambliopía u “ojo vago”. La familia, los profesores o cuidadores pueden notar que el niño no ve bien porque se acerca mucho a las cosas, no le llaman la atención los objetos lejanos, se mueve de forma torpe, etc. A veces el problema se detecta en una revisión pediátrica o escolar. Para diagnosticar el defecto de refracción real se debe realizar una exploración oftalmológica con colirio ciclopléjico, que elimina el esfuerzo de acomodación.
Se tratan fundamentalmente con gafas con lentes correctoras; también con lentes de contacto o cirugía refractiva (dependiendo de la edad del paciente, sus necesidades, etc.).