La blefaritis es una inflamación de los bordes libres de los párpados; es decir, de aquella parte de los párpados situada entre la piel (que los recubre por fuera) y la conjuntiva (que los recubre por dentro).
En dicho borde libre se encuentran los folículos de las pestañas, con sus glándulas sebáceas (de Zeiss y de Moll), y las glándulas de Meibomio, también secretoras de grasa. Dicha grasa va a formar parte de la lágrima, que nutre y humedece constantemente la superficie ocular, especialmente la córnea.
La blefaritis es un proceso bastante común que puede afectar a niños y a adultos. Existen varios tipos: Blefaritis anterior (estafilocócica o seborreica) y blefaritis posterior (seborrea meibomiana o meibomitis).
Algunas enfermedades pueden asociar blefaritis entre sus manifestaciones, como son los procesos alérgicos, la dermatitis seborreica o la rosácea.
En los niños la forma más común es la estafilocócica, y se debe a proliferación de estas bacterias (habituales de la piel) en los párpados: Presentan escamas o costras en las pestañas y su base, así como enrojecimiento palpebral y ocular y molestias oculares. No suele afectar a la visión, salvo que esté involucrada la córnea.
Aunque la blefaritis es una condición benigna que en casos leves puede pasar desapercibida, habitualmente causa síntomas molestos y en casos graves puede afectar la visión.
Uno de los síntomas palpebrales más comunes es la descamación constante de la piel del párpado, con inflamación, picor y enrojecimiento de los márgenes del párpado. En ocasiones, existen también escamas o costras en el borde del párpado.
También pueden aparecer orzuelos y chalaziones, como consecuencia de la obstrucción de alguna de las glándulas del borde libre de los párpados.
Los síntomas oculares de las blefaritis son muy diversos: Enrojecimiento, sensación de cuerpo extraño, sequedad ocular, picor, escozor, ardor, lagrimeo, etc. La mayoría se deben a la alteración secundaria que se produce en la lágrima.
Habitualmente no afecta a la visión, salvo que exista afectación secundaria de la córnea: ulceración, cicatrización y crecimiento anormal de vasos sanguíneos en su superficie. Si se afecta la córnea puede verse comprometida su transparencia; si esta opacidad afecta al eje visual (centro de la córnea) la visión puede verse comprometida (en mayor o menor grado), pudiendo llegar a ser irreversible.
La blefaritis no es contagiosa.
Su tratamiento consiste fundamentalmente en la Pauta de higiene palpebral: Aplicación de Calor local sobre los ojos cerrados durante varios minutos (+/- Masaje palpebral en dirección al borde libre del párpado, tanto en el superior como en el inferior) y Limpieza, para retirar y eliminar las escamas, costras y grasa (existen toallitas comercializadas para tal fin). En algunos casos el oftalmólogo pediátrico deberá prescribir tratamiento antibiótico y/o antiinflamatorio tópico.